Cinco es multitud


Mi yo literario está, desde mediados de noviembre, en modo vago. Así que, salvo una o dos excepciones, me he sumergido en novelas de suspenso y policiales y así logré leer, en poco más de un mes, cuatro libros de la saga Millennium y ya arranqué el quinto. 

Ahora bien, yo de cinco hubiera hecho tres (incluso me animo a decir que con la muerte de Larsson debiera haber terminado la historia). Sé que es lo que suele suceder con las sagas, pero cuando se leen así, de corrido, sin que medie tiempo entre la lectura de un libro y el otro es abrumador. Una y otra vez se relata la personalidad de cada uno de los protagonistas de la historia, harto conocidos para los seguidores. Así, Lisbeth Salander es descripta hasta el hartazgo, con sus piercings y su tatuaje de dragón, de modo tal que parece que se reprodujeran.  Se repiten en forma de flashback los sucesos que fueron tramas de episodios anteriores y demás. Entiendo que es una forma de acercar a nuevos lectores, pero me pregunto si alguien se acerca a esta historia sin haber leído desde el primer libro. ¿Alguien arranca leyendo el libro tres sin haber sido advertido de que hay dos historias previas vitales para poder avanzar? 

Debe ser de mis peores obsesiones leer libros que se continúan en el orden lógico y cronológico; y con seguridad una de mis peores pesadillas literarias leerlos mezclados. Sobre todo como en el caso de Millennium, cuya historia es progresiva.  

También estimo que es un recurso de los autores, ya que de lo contrario se editaría una menor cantidad de libros cada vez. 

Tal parece que Stieg tenía en carpeta una producción de siete libros y Lagercrantz, su continuador, prometió escribir al menos uno más para salir a la venta en 2019. 

En fin, entre reiteraciones y explicaciones sin fin, voy leyendo y matando esta época del año que es solo para descansar y tomar impulso para lo que resta del año que recién empieza. 

Sigamos que el cerebro también necesita vacaciones, o no? 

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