Cerebro en remojo
A esta altura del año estoy exhausta en tantos aspectos de mi vida impostergables (trabajo, casa, exámenes de hijos) que necesito darle un bálsamo a mi cabeza; o, lo que yo suelo llamar "poner el cerebro en remojo". Como con algunas cuestiones no puedo, entonces "me la agarro" con los libros. Ellos son, ya de por sí, mi bálsamo diario, pero en esta época necesito leer y entretenerme, solo por pura diversión. Entonces, no quiero leer autores que me hagan pensar, ni tengan una prosa compleja o libros con tramas difíciles de seguir o historias que no tienen final feliz. Así que recurro a lecturas de verano, playeras o, como también les digo, "pochocleras" (haciendo un cruel paralelismo con las películas del género "pochocleril").
Son, claramente, elecciones subjetivas y no quiero ofender a nadie con ellas, simplemente elijo autores y lecturas que en una semana se leen, que cuando llego a la palabra "Fin" solo significa que puedo seguir con otro libro del mismo estilo sin duelo intermedio entre una y otra lectura.
Casi siempre esos libros son del género suspenso o policial. Puede que elija una trilogía o autores del estilo de Dan Brown o Javier Sierra o Katzenbach, cuyas historias son fascinantes, me mantienen en vilo por varios días y mi cabeza vuela entretenida por la Edad Media o misterios religiosos que se resuelven en la actualidad o intentando cazar un asesino serial, que seguramente terminamos cazando.
Así que en estos días me muní de varios ejemplares de lecturas pochocleras en mi Kindle. Me bajé varios de Pierre Lemaitre (que me prometieron que era de este estilo, pero a quien no he tenido el gusto aún de conocer, así que tal vez lo retire de mi lista de playeros), el último de Dan Borwn, Origen (la última aventura de la saga de Robert Langdon y su reloj de Mickey Mouse) y la saga completa de Millenium.
Y aquí me detengo porque justamente empecé por esta y su Los hombres que no amaban a las mujeres, del fallecido Stieg Larsson. Obviamente, mis amigos lectores del género policial me la habían recomendado cientos de veces, pero como tenía un problema personal con las sagas y trilogías (ver mi cilcotimia en: https://leoliteratura.blogspot.com.ar/2017/03/trilogias-sagas-y-otros-demonios.html) no me había permitido leer ninguno de sus libros. Sí, leyeron bien, a veces no me permito leer algunas cosas como best sellers o novelas demasiado románticas y rosas. No son ni más ni menos que prejuicios de una ávida lectora que busca más y más y no quedarse siempre detenida en lo comercial. Mantengo esta postura y la defiendo, pero, claramente, me pierdo muchas cosas que podrían ser buenas. Esta primera novela de la saga es un buen caso, ya que a la par de ser entretenida y atrapante, está bastante bien escrita y, aunque no inmediatamente, me dan ganas de seguir leyendo alguna historia más de esa dupla Salander-Blomkvist.
Mientras tanto, conseguí Origen y aunque iba a dejarla para las vacaciones, me dieron ganas de ver en qué andaba el amigo Langdon. Solo leí los primeros capítulos y puedo decir que es un poco más de lo mismo, pero atrapa y como tengo el cerebro en remojo, pues allá vamos con Brown entonces.
¡Buenas y libres lecturas, mis amigos!
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