Libros chicos, lecturas grandes

El domingo en Buenos Aires estuvo francamente espantoso. Lluvia, llovizna, garúa y todas las formas de caer agua del cielo que se les puedan ocurrir. Terminé el último libro de la Trilogía de la Biblioteca de los muertos, de Glenn Cooper. Justo un día que era más propicio para empezar a leer un libro atrapante, yo terminaba uno que ni siquiera estuvo realmente bueno (no, al menos, como sus predecesores). Quedé francamente desamparada, literariamente hablando. Con esa lluvia espantosa, a punto de un duelo que prefiero no sufrir. No, no me gustan los duelos literarios. Hago todo para no transitarlos. Ese domingo tampoco estaba de ánimo para eso, así que revisé mi biblioteca y encontré un librito chiquito, La paloma, de Patrick Süskind. Lo tomé y pensé que si era la mitad de bueno que El perfume (mismo autor, leído hace años, un imprescindible en mi vida literaria) estaba salvada. A las pocas páginas estaba inmersa en esta historia chiquita como el libro, tan íntima, tan crucial, tan marginal en algún punto, que devoré página tras página en escasa hora y media; y esto solo porque mis dos hijos hicieron sus amorosas interrupciones de rigor: ¡hola, mami! ¿Estás leyendo otro libro? ¿Está bueno? ¿Cómo se llama? ¿De qué se trata? Chau, mami. Besos al por mayor. 
Bueno, todo esto solo para decirles que La paloma es un  relato apasionante, atrapante sin necesidad de asesino serial alguno. Que es pura literatura que se lee rápido porque encanta y no se puede dejar para después. La recomiendo de cabo a rabo, incluso para leer en días aciagos de lluvia interminable.

Comentarios

  1. Pues a mí me has convencido. Lo leeré en cuanto pueda porque me apetece leerme algo corto. Muchas gracias por la recomendación.
    Un saludo.

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  2. Gracias a vos por la recomendación de mi recomendación. Abrazo!

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