Crónicas de la infancia perdida - Mel
Magia y más magia en cada página que voy leyendo. Cada hoja es un salto a la infancia. Tal vez, los Hombres Sensibles de Flores no son más que un grupo de niños, que por una inevitable jugada del destino, han devenido en hombres. Los Hombres Sensibles son la infancia lisa, llana e inocente. Y ahí están los Refutadores de Leyendas, representación de uno de los mayores sinsabores del hombre: crecer. Los Refutadores de Leyendas no son más que la representación del ser adulto en que nos convertimos. Sin embargo -y aun sabiendo que nada podemos hacer al respecto , quién pudiera seguir creyendo en los Reyes Magos y esperar algún regalito en los zapatitos o en el Ratón Pérez o en brujas, hadas y magos...
Así, la fe de los Hombres Sensibles es imposible de quebrar. Ellos esperan siempre la magia, y a través de ella, la posibilidad de ver cumplidos los sueños y -a su manera- hacerle frente al cruel destino de perder la infancia. Los Refutadores -al contrario- sólo creen en lo evidente. Como dice el narrador: "¿Qué virtud encierra creer en lo evidente? Cualquier papanatas es capaz de suscribir que existen las licuadoras y los adoquines", en cambio los Hombres Sensibles de Flores apuestan "una vez más por las ilusiones" Y es por esto, tal vez, que poca evidencia se encuentra de aquel barrio de Flores. Simplemente, porque quienes lo formaron (porque finalmente, un barrio lo constituyen las personan que viven y transitan en él) han crecido. Inevitable e indefectiblemente los Hombres Sensibles se han convertido en adultos, tal vez hasta se hayan mudado al barrio de los Refutadores. Después de todo, todos crecemos, todos perdemos en el camino la inocencia, todos dejamos de jugar a la bolita y las escondidas, todos -alguna vez- renegamos de la magia. El barrio deja de ser tal porque nos vamos, nos alejamos, perdemos el sentido único de lo que era el barrio -cualquier barrio- en nuestra infancia y para nuestra infancia. Y así, de a poco, dejamos de ser Hombres Sensibles, para convertirnos en tristes Refutadores de Leyendas.
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