Crónicas de la infancia perdida - Mel
Los Refutadores -al contrario- sólo creen en lo evidente. Como dice el narrador: "¿Qué virtud encierra creer en lo evidente? Cualquier papanatas es capaz de suscribir que existen las licuadoras y los adoquines", en cambio los Hombres Sensibles de Flores apuestan "una vez más por las ilusiones" Y es por esto, tal vez, que poca evidencia se encuentra de aquel barrio de Flores. Simplemente, porque quienes lo formaron (porque finalmente, un barrio lo constituyen las personan que viven y transitan en él) han crecido. Inevitable e indefectiblemente los Hombres Sensibles se han convertido en adultos, tal vez hasta se hayan mudado al barrio de los Refutadores. Después de todo, todos crecemos, todos perdemos en el camino la inocencia, todos dejamos de jugar a la bolita y las escondidas, todos -alguna vez- renegamos de la magia. El barrio deja de ser tal porque nos vamos, nos alejamos, perdemos el sentido único de lo que era el barrio -cualquier barrio- en nuestra infancia y para nuestra infancia. Y así, de a poco, dejamos de ser Hombres Sensibles, para convertirnos en tristes Refutadores de Leyendas.
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