La pasión de la adolescencia - Mel
Ya que de pasión veníamos hablando - y dado que no puedo seguir las lecturas con asiduidad- les dejo este poemita que escribí cuando el tiempo me sobraba. Sin dudas, la adolescencia es la etapa por excelencia de la pasión. Pasión arrebatadora, trágica, sin parangón. Andaba yo muy enamorada se ve, para escribir lo que aquí abajo les dejo. Mientras, yo sigo leyendo sobre pasiones bien llevadas y bien escritas.
Miserias del amor
Sobre mi cuerpo,
que yace inerte aquí, sobre esta cama,
está tu alma quebrada,
tu pobre alma que me besa, que me pesa,
que aguijonea lentamente mi carne
y se lleva lo más sublime de mis lágrimas.
En lo más recóndito de mi mente
está tu cuerpo, que florece de mil formas diferentes
que aún oculta su perfume en mi guarida,
y destruye lentamente todo aquello que a veces me enternece.
Unidos a los tuyos quedaron mis sentidos,
tras tus ojos se fue arrastrando toda mi pasión.
Infelices mis manos quedaron, sin rumbo, enajenadas,
enloquecidas sin tu amor.
Alfa y Omega al mismo tiempo,
génesis y muerte, suma y resta,
la destrucción y el amor,
vos y yo, fuimos uno
y ahora somos nada en medio de la nada.
Miserable amor,
que alguna vez se jactó de serlo.
No quedaron ni fragmentos de un buen recuerdo,
pero tu olor sigue ahí,
tus brazos siguen sombreando mi espalda,
el egoísmo aún está esparcido en todo el cuarto,
y el nihilismo de nuestras vidas
sigue intacto y cotidiano,
todavía guiando nuestros pasos.
Miserias del amor
Sobre mi cuerpo,
que yace inerte aquí, sobre esta cama,
está tu alma quebrada,
tu pobre alma que me besa, que me pesa,
que aguijonea lentamente mi carne
y se lleva lo más sublime de mis lágrimas.
En lo más recóndito de mi mente
está tu cuerpo, que florece de mil formas diferentes
que aún oculta su perfume en mi guarida,
y destruye lentamente todo aquello que a veces me enternece.
Unidos a los tuyos quedaron mis sentidos,
tras tus ojos se fue arrastrando toda mi pasión.
Infelices mis manos quedaron, sin rumbo, enajenadas,
enloquecidas sin tu amor.
Alfa y Omega al mismo tiempo,
génesis y muerte, suma y resta,
la destrucción y el amor,
vos y yo, fuimos uno
y ahora somos nada en medio de la nada.
Miserable amor,
que alguna vez se jactó de serlo.
No quedaron ni fragmentos de un buen recuerdo,
pero tu olor sigue ahí,
tus brazos siguen sombreando mi espalda,
el egoísmo aún está esparcido en todo el cuarto,
y el nihilismo de nuestras vidas
sigue intacto y cotidiano,
todavía guiando nuestros pasos.
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