Porque no todo es ficción: ensayo y relato autobiográfico


La semana pasada salí de casa a una larga clase de patín de mi pequeña voladora en ruedas y olvidé de cargar mi libro compañero en la mochila. La dejé en su clase y —sin pensarlo dos veces— fui a la caza de una librería de manera urgente, porque tenía que ocupar de forma más o menos efectiva la hora y media que quedaba por delante. Sé que varios entienden de la desesperación de saber que durante tanto tiempo corren los minutos y no hay nada para leer. La cuestión es que no encontré ninguna librería en varias cuadras a la redonda, por lo que caí en una de las súper, mega, archi vende todo Farmacity (también venden medicamentos, jeje.) que proliferan por mi barrio y el único libro potable de su paupérrima góndola literaria era Encuentros (El lado B del amor) de mi viejo y querido conocido Gabriel Rolón, con quien me he ido a dormir miles de noches, cuando hacían con Alejandro Dolina ese magnánimo programa de radio que fue y sigue siendo La venganza será terrible. Todavía, luego de muchísimos años, recuerdo su tierna voz cantando un valsecito como Tu pálida voz, con una guitarrita en el subsuelo del Tortoni o en el teatro Alvear, o en mis headphones mientras hacía malabares para no quedarme dormida, ya de madrugada, en el calorcito de mi cama.

El lindo epígrafe elegido y el bello y sentido prólogo lograron que me sumerja de lleno en la lectura de este ensayo simple, claro, sencillo pero que habla de algo tan tremendamente enorme: el amor. 

Y como si esto fuera poco, y como soy un alma inquieta, ávida de lecturas diversas, anoche (sí, anoche, casi en vivo y en directo les escribo) comencé El país bajo mi piel, de la hermosa Gioconda Belli. 

Siempre digo que uno sabe si se va a enamorar del libro elegido en las primeras páginas (la primera, si es posible). Cuando sucede en la primera línea es amor a primera vista. Así empezó Gioconda y me enamoré: 
"Dos cosas que yo no decidí decidieron mi vida: el país donde nací y el sexo con que vine al mundo."
 
Gioconda esta vez se llevó la peor parte de mi tiempo lector, la noche, donde Morfeo impera y me secuestra para  dormir seis horitas antes de comenzar con el trajín de mi día. Rolón, en cambio, tiene mi atención durante mis tiempos muertos de viajes en colectivo y esperas de clases de patín. 

Estimo que hasta dentro de unas tres semanas andaré entre Freud, Lacan y Nicaragua. Así leo, así aprendo, así disfruto. 

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